sábado, 18 de enero de 2014

TORO DE LIDIA

El toro de lidia, también denominado toro bravo, designa a los especímenes macho de una heterogénea población bovina[1] desarrollada, seleccionada, y criada para su empleo en diferentes espectáculos taurinos, como las corridas o los encierros. Proceden de las razas autóctonas de la península ibérica, conocidas como «tronco ibérico», que desde tiempo inmemorial propiciaron las formas más primitivas de tauromaquia. Se caracteriza por unos instintos atávicos de defensa y temperamentales, que se sintetizan en la llamada "bravura", así como atributos físicos tales como unos cuernos grandes hacia delante y un potente aparato locomotor.

Orígenes

Toros de lidia. Dehesa. Salamanca 27-11-2005
Uno de los aspectos de la historia del toro de lidia que más se presenta a discusión es la determinación sobre la aparición de la crianza del mismo con fines de lidia, seleccionando ejemplares y razas, con fines comerciales, o destinados a los espectáculos taurinos de toda índole. No parece que existiera una selección especial durante la Edad Media, en la que sin embargo, los toros, como otros animales salvajes, eran mantenidos en cautividad y protegidos por los señores feudales para propósitos de cría o de caza.
En tiempos de los Reyes Católicos ya se empezaron a conocer, así que los primeros indicios de selección del toro bravo apuntan a los siglos XV y XVI en la provincia de Valladolid, donde la proximidad a la Corte, aún itinerante en esta época, hizo que se criara en amplios terrenos una vacada que pudo sentar las bases del toro de lidia actual. Desde los términos de Boecillo, La Pedraja de Portillo y Aldeamayor de San Martín, partían los toros para las fiestas de los pueblos, de la Corte o para las eclesiásticas[cita requerida]. El nombre de esta pretendida ganadería primigenia fue Raso de Portillo, y fue conocida hasta finales del siglo XIX. Existe la creencia de que estos toros fueron los primeros empleados en festejos reales.
Paralelamente comenzaron a desarrollarse ganaderías en otros lugares de España. Andalucía se puso a la cabeza en la cría de toros, si bien también tuvieron su importancia los que se criaron a orillas del Jarama, los llamados Jijones de Villarrubia de los Ojos, los navarros y los aragoneses. Fue en la segunda mitad del siglo XVII cuando las vacadas de toros bravos empezaron a organizarse, aunque todavía sin fines claramente comerciales. Tuvo que pasar un siglo más para que el espectáculo taurino cobrara auge y aparecieran las ganaderías orientadas claramente a los espectáculos taurinos ya con fines comerciales.
Así pues, el toro actual puede considerarse el resultado del trabajo de selección efectuado desde principios del siglo XVIII mediante la prueba de la tienta a fin de elegir para su reproducción ejemplares en los que concurrieran determinadas características, aquellas que permitieran el ejercicio de la lidia; es decir, la sucesión de suertes que se ejecutan en las corridas de toros desde que el toro sale al ruedo hasta que, una vez que el diestro le ha dado muerte, es arrastrado por las mulillas. Estas características han variado tanto a lo largo de los siglos como el toreo mismo, manteniéndose como sostén del mismo un único denominador común: la bravura del toro. Nacieron entonces, ya en la segunda mitad del siglo XVIII, las que se consideran las castas fundacionales de las que parten los encastes actuales: Morucha Castellana (Boecillo), Navarra, Toros la Tierra y Jijona (Madrid y la Mancha), Cabrera y Gallardo (El Puerto de Santa María), Vazqueña, Vega-Villar (Utrera) y Vistahermosa, si bien en la actualidad el 90% de las divisas existentes proceden todas de esta última.

Características de las castas

Monumento al toro de lidia en Tordesillas, Valladolid.
Casta navarra: Los toros navarros, hoy inexistentes como tales, fueron toros de sierra, pequeños de tamaño, pero de temperamento tan bronco y casta tan señalada que suplían su falta de trapío con una portentosa acometividad y bravura.
Casta jijona: Reconocible por sus muchos ejemplares de pelo colorao. Todavía hoy se denomina a los animales de este pelaje como toros jijones.
Casta castellana o morucha-castellana: De toros grandes, hermosos y muy duros de lidiar.
Casta andaluza: Según José María de Cossío, debería ocupar el primer lugar en consideración por haber sido la que ha logrado el prototipo y epítome del toro de lidia.
Casta cabrera: De gran alzada, cuerpo largo y agalgado, con defensas muy desarrolladas, de la que proceden, entre otros, los ejemplares de Miura.
Casta vazqueña: Fundada hacia 1780 por don Gregorio Vázquez reuniendo los mejores ejemplares de ganaderías castellanas y andaluzas. Adquirida por el rey Fernando VII y, después, por el Duque de Veragua, en cuyas manos cobró fama imperecedera.
Casta vista-hermosa: Fundada por el conde de Vistahermosa en 1772, estirpe de la que proceden la mayoría de las reses que se lidian en la actualidad.
Casta atanasio-fernandez: Toros de cabeza grande, ancha y con la cornamenta dirigida hacia arriba, tienen el pecho ancho, la cola larga y gruesa. Actualmente hay muy pocos ejemplares, se pude considerar que esta en peligro de desaparecer.

El trapío

El trapío de un toro de lidia es el conjunto de rasgos externos, actitudes y reacciones observables a simple vista. Existe un riquísimo vocabulario taurino para designar los diferentes aspectos de la morfología y comportamiento del toro. Se dice que un toro tiene trapío cuando reúne las cualidades físicas y la presencia necesaria para la lidia. Según Pedraza Jiménez,[2] los principales rasgos morfológicos para determinar el trapío de un toro son:
  • Tamaño y peso.
  • Estatura.
  • Conformación del tronco.
  • Conformación de las extremidades.
  • Conformación de la cabeza y el cuello.
  • Conformación de la cornamenta.
  • Piel, pelo y capa.
Artículo principal: Pelaje del toro de lidia

Comportamiento

El toro bravo en la arena de una Plaza de Toros (España).
El toro de lidia es un animal gregario, que halla seguridad y refugio en una manada. Después del nacimiento, y antes del destete, el becerro vivirá ocho o nueve meses alimentado y protegido por su madre. Dado que su madurez sexual se produce a los 16 meses aproximadamente, poco después del año se separan machos y hembras, que, a partir de ese momento, vivirán en cercados diferentes. Las diferentes edades se denominan con nombres específicos: añojos (un año), erales (dos años), utreros (tres años), cuatreños (cuatro años) y cinqueños (cinco años).
En las manadas de toros se establece una rigurosa jerarquía. Se denomina mandón al toro dominante y que maltrata a los demás. Con cierta frecuencia, este jefe es desafiado por otro miembro de la torada para arrebatarle el liderato, produciéndose violentas peleas. El toro derrotado se denomina abochornado y es atacado y perseguido por el resto de la manada, quedando apartado de la misma y volviéndose irascible y muy peligroso.
Dado que los toros no tienen acceso a las hembras, se montan unos a otros para mitigar su apetito sexual. En cada torada acostumbra a haber un toro más débil o tímido que el resto, al que montan los demás.[2]
Es una creencia extendida que a los toros supuestamente les altera de alguna manera el color rojo. Esta creencia es falsa, como también lo es que estos animales vean en blanco y negro, pues en realidad los toros cuentan con visión dicromática específicamente deuteranopía, es decir, tienen capacidad de descomponer el espectro luminoso en dos componentes esenciales, y según la cantidad de cada uno son capaces de diferenciar los diferentes colores pero caracen de los fotoreceptores retinianos del verde. En realidad, a los toros no les altera el rojo, lo ven, pero no les crea una conducta agresiva, cuando cargan contra el capote, cargan contra el movimiento.[3]

Interés zoológico

Al contrario que la mayoría de las razas de ganado doméstico, los toros de lidia presentan una serie de características físicas y temperamentales más propias de un bóvido salvaje[cita requerida]. Esto no debe resultar extraño si se tiene en cuenta que a la hora de desarrollar estas castas los criadores nunca pretendieron potenciar cosas como una mayor producción de carne y leche o una mansedumbre y ausencia de cuernos acentuadas para hacer a los animales más manejables al trato humano, sino que simplemente se buscó conservar (y aún potenciar ligeramente) un comportamiento algo más violento de lo normal que hiciera al animal más propenso a la acometida y por tanto al espectáculo taurino. Ciertos autores como el neerlandés Cis van Vuure han señalado diversas coincidencias en la estructura corporal y coloración comunes del toro de lidia con las poseídas por el hoy extinto toro salvaje europeo o uro, del que se diferencia por poco más que su menor tamaño y longitud de cuernos. Durante su vida en semilibertad en las dehesas, el toro de lidia mantiene también unas costumbres similares a las de un animal salvaje, formando manadas, defendiéndose de posibles peligros por sí mismo y desempeñando una labor incalculable en el medio.
Grabado anónimo encontrado en Augsburgo, a principios del siglo XIX. Representa a un uro, raza salvaje ya extinguida.
Van Vuure llega a sugerir incluso que los toros de lidia son aún más "urinos" que los uros recreados por cría selectiva en algunos zoológicos durante el siglo XX, como el llamado Bovino de Heck, y que hoy han sido introducidos en reservas naturales de los Países Bajos y Alemania. A pesar del empeño puesto en la selección, estos supuestos uros modernos siguen presentando en la actualidad una complexión más ligera de la esperada, tamaño erróneo, cuernos de longitud variable y coloración no siempre correcta. En el aspecto temperamental los uros recreados se encuentran en una situación aún peor, ya que son incapaces de encontrar alimento suficiente en invierno o defenderse de los lobos. Por esta y otras razones, los críticos de los Heck consideran su experimento fallido, consistente en un simple grupo de vacas sacadas del establo y puestas a pastar en bosques y praderas. El profesor Z. Pucek, responsable del programa de recuperación del bisonte europeo en el Bosque de Bialowieza (Polonia), ha llegado incluso a definir al toro de los Heck como "la mayor estafa científica del siglo XX" y se ha negado en rotundo a la introducción de unas cuantas cabezas en la reserva.
En su lugar, parte de estos críticos proponen someter a los toros de los Heck a un nuevo programa de cría o sustituirlos directamente por una nueva generación de ganado selecto partiendo de cero. Así, el TaurOs Project de Países Bajos descartaría definitivamente al toro de lidia dando peso a razas de características primitivas como la tudanca de Cantabria, la pajuna andaluza, la sayaguesa de Zamora, la esteparia húngara, las enanas de Córcega y Turquía, la podolica italiana, el toro de la Camarga y la maronesa de Portugal.[4

1 comentario:

  1. Les comparto mi poesía, mi . . .

    TORO MIURA

    Denominación de origen,
    genes e imagen te rigen,
    ganadería de fortuna,
    miura, cuernos de la luna.

    Encaste de sangre sana,
    de crianza muy sevillana,
    ancestral reminiscencia,
    cruzas benditas, . . . esencia.

    Indómito en campo bravo,
    cornúpeta, ¡olé, bravo!,
    que pelaje, alto de agujas,
    como muges, fuerte bufas.

    Agalgado, de gran caja,
    un sansón que no se raja,
    de patas altas, huesudo,
    fina piel, largo, tozudo.

    ¡Que cara tan seria tienes!,
    ¡que agilidad, que vaivenes!,
    eres leyenda viviente,
    digno de una espada ardiente.

    Me gustas zaino o mulato,
    colorado, color grato,
    cárdeno, berrendo, sardo,
    castaño es igual a pardo.

    Mira, mira, toro miura,
    toro miura, mira, mira,
    más de media tonelada,
    mira no te falta nada.

    Toro, toro, que te apura,
    miura de la estirpe pura,
    toro de lidia, cinqueño,
    del ganadero eres sueño.

    Das muestra de tu realeza,
    con presencia, con fijeza,
    con franqueza y transmisión,
    tú sí cumples tu misión.

    Toro de fuerza y bravura,
    trapio, casta, toro miura,
    fiereza, raza, nobleza,
    muy bien puesto de cabeza.

    Miura de la estampa fina,
    valiente el que se te arrima,
    toro bello, muy astado,
    Señor toro, bien armado.

    Hay que rezarle a la Virgen,
    ¡mucho respeto a tu origen!,
    juntar maestría y buena suerte,
    si no, la cornada . . . o muerte.

    Apis que a diestros heriste,
    a Manolete tendiste,
    “Islero”, mortal cornada,
    capote, mortaja . . . nada.

    Toro, más torero es arte,
    ¡ay! quién pudiera torearte,
    pilar de corrida brava,
    la tauromaquia es sagrada.

    España, plaza y arena,
    muleta, estoque, faena,
    primor del genio taurino,
    vida que sella el destino.

    Miren todos como embiste,
    ¡toro con gloria . . . naciste!,
    ritual, sacrificio, fiesta,
    tu muerte . . . por Dios dispuesta.

    Autor: Lic. Gonzalo Ramos Aranda
    México, D. F., a 13 de marzo del 2013
    Dedicado al Gran Chef, Juan Adrián Ortiz Nieto
    Reg. SEP. Indautor No. 03-2013-051712171201-14

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