miércoles, 15 de mayo de 2013

EL TORO BRAVO, GUARDIÁN DE LA DEHESA

Belador, Ingrato, Bastonito, Arrojado, Atrevido, Cortesano, Zafiro... Todos fueron toros bravos, y han pasado a la historia; no sólo a la leyenda taurina, sino que forman parte de la cultura de España. Cada uno de ellos imprimió en el ruedo la personalidad y el espíritu de sus criadores.
Miura, Conde de la Corte, Victorino Martín, Juan Pedro Domecq, Atanasio Fernández, Conde Santa Coloma, Marqués de Albaserrada, Murube, Urquijo, Parladé, Vistahermosa, Veragua… Estas ganaderías visten y han vestido cada rincón de nuestras dehesas. La península quedaría huérfana sin la figura del toro bravo.
Tardes de glorias, de incertidumbre, de angustia, de emoción, de sorpresa, de alegría, de desánimo… Pero el ganadero siempre mantiene la esperanza de ver embestir ese toro que cada uno tiene en su mente y en sus sueños. Cuando se produce ese momento es irrepetible, único, mágico y sublime. La emoción de ver a un toro cosido en los vuelos de la muleta, o el galope franco al caballo, o el ritmo en su embestida, hacen de él un animal especial. Y los ganaderos de bravo vivimos para que llegue ese momento.

 

 

 

 

Más de tres siglos de historia

La historia de la ganadería brava cuenta con más de tres siglos, desde que los criadores españoles iniciaron la selección del toro de lidia para las fiestas taurinas en el siglo XVIII; estamos, por tanto, ante la raza bovina más antigua del mundo. Y además, el toro es considerado el emblema más representativo de nuestro país fuera de nuestras fronteras. Tal es su atractivo que se ha exportado a nuestros países vecinos: Portugal y Francia, y ha llegado al continente americano.


A principios del siglo XX en la Unión de Criadores de Toros de Lidia (UCTL) se contabilizaban menos de 30 ganaderías y en la actualidad se han superado las 300. Sumando las explotaciones ganaderas de las cinco asociaciones alcanzamos las 1.200 el pasado año.
El toro de lidia es una obra perfecta de ingeniería genética, fruto de la labor de selección llevada a cabo por los ganaderos de bravo gracias a su romanticismo, intuición y dedicación. Esta gran creación se ha ido adaptando durante tres siglos a la evolución de la Tauromaquia, gracias a su inigualable diversidad genética. El constante cambio viene marcado por los gustos del público y de los toreros. A diferencia de otras razas, la de lidia está estructurada en variedades llamadas encastes. De hecho, estudios genéticos de la raza han demostrado que el grado de separación genética entre dos encastes es muy superior al que puede existir entre las razas bovinas europeas.

500.000 hectáreas

Además de su importancia genética, el toro de lidia es el perfecto «guardián de la dehesa ibérica», pues su crianza se extiende por más de 500.000 hectáreas entre España y Portugal, y contribuye de forma extraordinaria a su conservación. Por su parte, la dehesa está considerada por la Unión Europea como espacio de Alto Valor Natural (AVN), porque estamos ante una reserva natural de biodiversidad donde coexisten muchas especies animales y vegetales. Y España es el país europeo que más superficie AVN posee.
Para todos aquellos que desconocen la cría del toro de lidia, podemos definirla perfectamente como un ejemplo de sostenibilidad, pues por un lado se contribuye al mantenimiento de la dehesa, por tratarse de una raza autóctona que se adapta perfectamente al medio natural gracias a su rusticidad; y por otro lado, ayuda a la supervivencia de especies que están en peligro de extinción, como el lince ibérico, el águila imperial e ibérica y la cigüeña negra. Por tanto, protege la biodiversidad de la flora y la fauna autóctonas.
Mayoral, vaqueros y todo el personal que rodea a la crianza del toro bravo han de tener una cualificación especial y una dedicación exclusiva debido a las características de una cría semisalvaje; y además influyen en la fijación del tejido rural. Entre cuatro y cinco son los años que el toro vive plácidamente en la dehesa. Nos encontramos ante el animal que más tiempo vive en régimen de semilibertad, cuyo único fin es dar su bravura en la plaza. Precisamente, su largo ciclo productivo y sus características de manejo hacen que la cría del toro de lidia sea la producción animal más costosa que existe y que además esté sujeta a riesgos e incertidumbres. Estudios realizados por la UCTL han mostrado que el coste de producción del toro de lidia es de alrededor de 4.500 euros.

Miles de puestos de trabajo

Como no podía ser de otra forma, la crisis económica también está afectando a la ganadería de bravo, porque nuestra producción está directamente relacionada con el número de festejos que se celebran. A pesar de la crisis, la Fiesta del toro se mantiene como el primer espectáculo cultural, y el segundo espectáculo de masas en España, que moviliza a millones de personas y genera miles de puestos de trabajos directos e indirectos.
Más de cien años llevamos disfrutando de pinturas inspiradas en el toro de lidia, Picasso, Zuloaga, Fernando Botero… La literatura de Rafael Alberti, Gerardo Diego, Fernando Villalón o Vicente Aleixandre se ha basado en el toro para sus composiciones. En el cine, en la danza, en el teatro, en todas las artes, el misterio del toro de lidia ha estado presente. Más de doscientos términos para definir al toro: estamos ante un animal que genera una jerga propia, una riqueza lingüística sin precedentes. Y además existen expresiones o símiles taurinos, como «sin puntilla» y «se crece al castigo», que forman parte de nuestro lenguaje cotidiano.
Más de cien años de historia, no sólo de una raza, sino de una cultura en sí misma. Más de cien años de una forma de vida, de amor por el toro, como un animal, como un emblema y como una seña de identidad, la más genuina y la que mejor representa a nuestra piel de toro.
Carlos Núñez

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